Las últimas semanas del embarazo representan un período de transformación y preparación tanto para la madre como para el bebé. Durante este tiempo, las sensaciones físicas se intensifican y el cuerpo comienza a enviar señales que anuncian la proximidad del nacimiento. Entre estas manifestaciones, los movimientos fetales adquieren un carácter particular que puede generar dudas o preocupación en las embarazadas. Comprender cómo evoluciona la actividad del bebé en las semanas finales resulta fundamental para distinguir lo normal de lo que requiere atención médica.
Cambios en la actividad fetal durante el tercer trimestre
A medida que avanza el embarazo, el bebé experimenta cambios significativos en su patrón de actividad. Durante el tercer trimestre, especialmente a partir de la semana 32, los movimientos fetales se vuelven más evidentes y perceptibles para la madre. El bebé ya ha desarrollado su musculatura y sistema nervioso lo suficiente como para realizar movimientos coordinados que incluyen patadas, giros y estiramientos. Estos movimientos no solo indican el bienestar del bebé, sino que también reflejan su respuesta al entorno uterino y a los estímulos externos como la voz materna, los sonidos o incluso la ingesta de alimentos por parte de la madre.
Patrones de movimiento en las semanas 32 a 36
Entre las semanas 32 y 36, el bebé alcanza un tamaño considerable y su actividad puede parecer más intensa debido a la fuerza que ha adquirido. Durante este período, es común que las madres perciban una mayor frecuencia de movimientos, especialmente en momentos de reposo o después de las comidas. El bebé responde a los cambios en los niveles de glucosa en sangre y puede mostrarse más activo cuando la madre se relaja. Estas semanas representan un momento crucial en el que el bebé continúa ganando peso y perfeccionando sus reflejos, lo que se traduce en una actividad fetal que puede sentirse más vigorosa y variada. Es importante destacar que cada bebé tiene su propio ritmo y patrón de movimiento, por lo que las comparaciones entre embarazos no siempre resultan útiles.
La disminución del espacio uterino y su impacto
Conforme el bebé crece, el espacio disponible en el útero se reduce progresivamente. Esta limitación natural hace que los movimientos cambien de calidad y tipo. En lugar de grandes giros o volteretas, la madre puede percibir empujones más localizados, presión contra las costillas o movimientos que parecen estiramientos. La bajada de la barriga, que ocurre entre dos y cuatro semanas antes del parto, representa un momento clave en el que el bebé desciende hacia la pelvis en preparación para el nacimiento. Este descenso alivia la presión sobre el diafragma y el estómago, permitiendo a la madre respirar con mayor facilidad, pero incrementa la sensación de presión en la vejiga y la zona pélvica. Durante este proceso, los movimientos fetales pueden sentirse diferentes, con una concentración mayor en la parte baja del abdomen, lo que refleja el encajamiento de la cabeza del bebé en la pelvis materna.
Qué indica el aumento de movimientos fetales antes del nacimiento
Un incremento en la actividad fetal durante las últimas semanas del embarazo no siempre debe interpretarse como una señal de alarma. En muchos casos, este aumento responde a procesos naturales relacionados con la preparación del bebé para el nacimiento. El bebé puede moverse más en respuesta a contracciones de Braxton Hicks, cambios en la posición materna o incluso como respuesta a estímulos externos. Sin embargo, resulta crucial que las madres aprendan a diferenciar entre un aumento normal de la actividad y patrones que puedan indicar alguna situación que requiera evaluación médica.
Respuestas naturales del bebé ante el descenso pélvico
Cuando el bebé comienza a descender hacia la pelvis, su actividad puede experimentar cambios notables. Este proceso, conocido como encajamiento, suele ocurrer en las últimas semanas antes del parto y representa una adaptación natural del bebé a la proximidad del nacimiento. Durante el descenso, el bebé puede realizar movimientos que buscan acomodarse en la posición más favorable para el parto, generalmente la presentación cefálica, en la que la cabeza se orienta hacia el canal del parto. Estos ajustes posturales pueden percibirse como un aumento en la actividad o cambios en los movimientos fetales. Las molestias pélvicas intensas, el aumento del flujo vaginal y la sensación de presión en la zona del pubis e ingles suelen acompañar este período y forman parte de los síntomas preparto normales.
Diferencia entre movimientos normales y señales de alerta
Distinguir entre la actividad fetal normal y las señales de alerta representa una habilidad esencial para las embarazadas, especialmente en las semanas finales. Un patrón saludable de movimientos fetales incluye una combinación de patadas, giros y estiramientos distribuidos a lo largo del día, con períodos de descanso. Los expertos recomiendan prestar atención a la calidad y frecuencia de estos movimientos más que a su intensidad. Una disminución significativa en la actividad fetal, la ausencia de movimientos durante varias horas o un cambio drástico en el patrón habitual del bebé requieren consulta médica inmediata. Por otro lado, un aumento en los movimientos, siempre que se mantenga dentro de un patrón reconocible y no se acompañe de otros síntomas como sangrado abundante o dolor intenso, suele ser normal. Algunos estudios han demostrado que la autopercepción del parto puede ser inexacta en algunos casos, lo que refuerza la importancia de mantener una comunicación fluida con el equipo médico ante cualquier duda.
Señales corporales que acompañan la actividad fetal intensa

La actividad fetal intensa en las últimas semanas del embarazo raramente se presenta de forma aislada. Por el contrario, suele ir acompañada de otros síntomas y señales corporales que indican la proximidad del parto. Reconocer estas manifestaciones ayuda a las embarazadas a prepararse física y emocionalmente para el nacimiento, así como a identificar cuándo es el momento adecuado para dirigirse al hospital.
Contracciones de Braxton Hicks y su relación con el movimiento
Las contracciones de Braxton Hicks representan una de las señales más características del preparto y pueden aparecer desde la sexta semana de embarazo, aunque se hacen más evidentes en el tercer trimestre. Estas contracciones, también conocidas como contracciones falsas o de preparación, son irregulares, poco dolorosas y cesan con el reposo o el cambio de posición. A diferencia de las contracciones regulares que señalan el inicio del trabajo de parto, las de Braxton Hicks no provocan dilatación del cuello uterino. Durante estas contracciones, el útero se endurece temporalmente, lo que puede hacer que el bebé responda con movimientos. Esta relación entre las contracciones de Braxton Hicks y el aumento de la actividad fetal es normal y refleja la sensibilidad del bebé a los cambios en su entorno. Sin embargo, si las contracciones se vuelven regulares, frecuentes y cada vez más intensas, puede tratarse del inicio del trabajo de parto, especialmente si ocurren antes de la semana 37 del embarazo.
Presión pélvica y cambios posturales del bebé
La presión pélvica intensa constituye uno de los síntomas más característicos de las últimas semanas del embarazo. Esta sensación resulta de la combinación del peso del bebé y su descenso hacia la pelvis en preparación para el nacimiento. Las molestias en la zona de la pelvis, pubis e ingles pueden intensificarse cuando el bebé realiza movimientos, especialmente si estos implican empujes contra la parte baja del abdomen. El aumento de la presión en la vejiga explica por qué la frecuencia de las ganas de orinar se incrementa notablemente durante este período. Además, la expulsión del tapón mucoso, que es la liberación de un flujo gelatinoso que cierra el cuello uterino, puede ocurrir días o incluso semanas antes del parto y no siempre requiere acudir al hospital de inmediato. Otros síntomas que pueden acompañar este período incluyen hinchazón de piernas, tobillos y pies, calambres, dolor en los pechos y la posible secreción de calostro, que es la primera forma de leche materna.
Cuándo consultar al especialista por los movimientos del bebé
A pesar de que muchos cambios en la actividad fetal son normales durante las últimas semanas del embarazo, existen situaciones específicas que requieren atención médica inmediata. Conocer estas circunstancias y saber cómo registrar la actividad fetal diaria proporciona a las embarazadas las herramientas necesarias para actuar con rapidez cuando sea necesario.
Métodos para registrar la actividad fetal diaria
El seguimiento regular de los movimientos del bebé representa una práctica recomendada, especialmente en las últimas semanas del embarazo. Los especialistas sugieren que las embarazadas dediquen momentos específicos del día a prestar atención consciente a la actividad fetal, idealmente después de las comidas o durante períodos de reposo, cuando el bebé suele estar más activo. Un método común consiste en contar los movimientos fetales durante un período determinado, generalmente una hora, y registrar cuántos movimientos se perciben. Aunque no existe un número exacto de movimientos considerado normal, ya que cada bebé tiene su propio patrón, lo importante es reconocer el ritmo habitual del bebé y detectar cualquier desviación significativa. Llevar un registro simple en papel o mediante aplicaciones móviles diseñadas para este propósito puede ayudar a identificar cambios en el patrón de actividad que merezcan consulta con el ginecólogo.
Situaciones que requieren atención médica inmediata
Existen circunstancias específicas en las que se recomienda acudir al hospital o contactar al equipo médico sin demora. Entre las señales de parto inminente se encuentran las contracciones regulares que ocurren con intervalos cada vez más cortos y que aumentan en intensidad. En el caso de las primerizas, se aconseja esperar entre dos y tres horas desde el inicio de las contracciones regulares antes de dirigirse al hospital, siempre que no existan otros síntomas preocupantes. La rotura de la bolsa amniótica, reconocible por la salida de líquido amniótico, requiere atención inmediata, especialmente si el líquido presenta un color verdoso o parduzco, lo que podría indicar la presencia de meconio. Cualquier sangrado vaginal abundante, una disminución drástica o ausencia de movimientos fetales, o la presentación de contracciones o rotura de bolsa antes de la semana 37 del embarazo son situaciones que demandan evaluación médica urgente. En los casos de embarazo de riesgo, embarazo gemelar o cuando el bebé se encuentra en posición transversa o de nalgas, el seguimiento debe ser aún más estricto y cualquier cambio inusual debe consultarse con el especialista. La evaluación personalizada por parte del ginecólogo resulta fundamental para garantizar el bienestar tanto de la madre como del bebé durante este período crucial.
